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lunes, 5 de noviembre de 2007

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La autoridad secular, llamada así por Lutero para diferenciarla de la autoridad divina, tiene como función primordial "castigar a los malos y proteger a los buenos", crear la paz exteriormente (interiormente la llevan los verdaderos cristianos) e impedir las malas obras, de quienes no son cristianos. Es decir, que en su óptica el motor de conflicto es la existencia de no cristianos, que son hombres malos. La autoridad política tiene una función material y ésa es su competencia exclusiva; no puede gobernar sobre asuntos que no le competen –las almas– así como ni la iglesia ni el campesinado deberían inmiscuirse (pero de hecho lo hacen) en el poder de castigar la maldad que tiene el poder secular, estatuido por Dios. En sus Escritos políticos critica justamente estas dos acciones: que la iglesia cristiana "gobierne externamente palacios y ciudades" (que se tome atribuciones materiales, sobre el cuerpo y los bienes) cuando su competencia es "gobernar las almas interiormente con la palabra de Dios"; y que el campesinado, al levantarse violentamente ante la opresión, castigue la maldad, competencia exclusiva de la autoridad secular.

De esta manera, Lutero está defendiendo la autoridad de la nobleza cristiana de la nación alemana y el régimen absolutista que reinaba entonces. Pero, de todas maneras, no resigna a una pretensión ideal: que el príncipe gobierne cristianamente, ateniéndose únicamente a Dios (no debe confiar en los consejos de nadie más), pensando en el bien común de sus súbditos. Y el régimen que él vitupera es todo aquél en el cual se den las situaciones más arriba mencionadas: que los campesinos castiguen la maldad (atribución específica y única del poder y la espada secular) –lo que sería el "germen" de un posible gobierno popular– y que los sacerdotes gobiernen sobre lo material, pues así, en palabras de Lutero, se estaría colocando al "diablo en la tierra".

El régimen que defiende Maquiavelo es, a mi entender, la república. En sus Discursos él dice que la mayoría de los regímenes tienen un defecto: que al no poder contener el conflicto entre las dos partes fundamentales de toda ciudad –los grandes y el pueblo– éstos se corrompen y desvirtúan fácilmente.

Esto no sucede tan fácilmente en la república, que es un régimen en el cual "se mezclan el principado, la aristocracia y el gobierno popular" (las tres clases de gobierno que existen en su tipología –sin mencionar sus correspondientes desviaciones–) y es, además, el más virtuoso, firme y estable, ya que al contener en sus ordenamientos –al tener institucionalizado– el conflicto entre los grandes y el pueblo, y al no quedar ninguna de estas partes fuera del sistema de gobierno ya que todas participan en él, es capaz de prever en sus leyes toda tentativa de subvertir o corromper la libertad pública y el bien común. Así "todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos (los nobles y el pueblo)". De cualquier forma, Maquiavelo hace notar que la libertad estará mejor resguardada en el pueblo, que no siente deseos de dominar –a diferencia de los nobles– sino tan sólo de no ser oprimidos y por ello resalta la importancia de que estén incluidos en el régimen, que de hecho en la república, lo están.

De ésta manera, Maquiavelo defiende el régimen republicano por su capacidad de contener el conflicto mencionado, menospreciando todos los otros regímenes (aquellos que están en la rueda de las formas de gobierno), ya que por no poder contener este esencial conflicto degeneran rápidamente en regímenes perversos, corruptos.

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